La instrucción de muchos de nosotros empieza en el colegio
primario. Esta fase podría ser titulada «Dejarse llevar». Uno no sabe muy bien por qué va.
Muchas veces ni siquiera sabe si le gusta o no (aunque lo correcto siempre
parece ser quejarse a los padres, pero eso es más un costumbrismo que un sentimiento).
Palabras más, palabras menos, uno pasa por la primaria día por día sin ningún objetivo
más que llegar a casa y tomar la leche.
Luego, si uno tiene la suerte de poder continuar su instrucción,
llega el colegio secundario (3º ciclo E.G.B. – polimodal, bachillerato, y
cualquiera sea el nombre con el que a usted le tocó vivirlo). Esta es una etapa mucho más
conflictiva. Uno en el fondo se sigue dejando llevar, pero se queja en el camino. No deja de
ser, en sus primeros años, algo que hay que hacer.
Sin embargo, conforme se cursan los últimos años del secundario,
muchos empezamos a contemplar la idea de una carrera terciaria o incluso
universitaria. Leemos folletos de todo tipo, nos fijamos qué nos gusta y qué no (no siempre se
sabe así nomás, razón por la cual muchos profesionales de la orientación vocacional
manejan autos nuevos), hasta que, si tenemos suerte, llegamos al veredicto. Encontramos un
tema que nos gusta, una carrera que parece formarse en torno a éste, y nos lanzamos de
cabeza. De cabeza… al piso. PARCIALES, FINALES, CURSADAS, PROMEDIOS,
INTEGRADORES, APUNTES, TRABAJOS… todas cosas que usted conocía
del secundario… bueno… de nombre… porque ahora nada que ver.
Entonces uno se encuentra con unos años más, unos kilos más,
unos pelos menos…
Y entonces se revela, con una intensidad apabullante y
atronadora: ESTUDIAR ES HORRIBLE.
No me malinterprete: aprender es lindo. Haber estudiado, es
hermoso. Pero sentarse, leer, hacer ejercicios, tomar café, equivocarse, tomar café,
enfermarse, tomar café, ir al hospital con taquicardia (y no poder tomar más café), no le
gusta a nadie. Y es con esta noción sobre sus hombros, que uno entra y lee este
blog. Entonces, pum, estudiar es entretenido. Ah pero que rabia. ¿Cómo va a ser
entretenido? Pero estos tipos no saben lo que dicen. ¡O peor! ¿Y si tienen razón? ¿Y si de
repente estudiar es entretenido, y ahora cualquiera se recibe de cualquier cosa?
Miedo, furia. Estos son sentimientos malos que llevan a la gente a mandar virus y tratar
de borrar de los servidores a esta injuria.
Bottom line, estudiar y educarse no son la misma cosa. Existen un montón de propuestas interesantes para amenizar el aprendizaje, las nuevas tecnologías logran enormes facilidades a la hora de compartir información, y sobre todo, intereses. Los avances en la educación son tales que ahora más o menos cualquiera puede leer un artículo sobre, digamos, algún avance en genética, y disfrutarlo, o por lo menos entenderlo. Estos avances llevan a que uno realmente disfrute aprendiendo y pase horas informándose.
Pero no perdamos de vista que no importa cuanto avance la tecnología, la educación, o la línea B: estudiar, fue, es, y será, insoportable.
El Bronto
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